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"El burro va al final". Blog dedicado a la Historia; tambiƩn manifiesto mis opiniones, reflexiones y un poco menos que eso.

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                              Re-entender el mundo              



(Festa de Sao Joao. Heitor dos Prazeres)

 Al escuchar o leer universalismo polĆ­tico cualquier persona piensa en las acciones polĆ­ticas que trascienden los espacios nacionales pero mĆ”s que en eso; en el presente, en cualquier caso en tiempos muy recientes sobre la polĆ­tica y lo que la polĆ­tica en sĆ­ implica. Al pensar asĆ­ no se estĆ” errado, mĆ”s bien se aproxima a lo que determina las dos palabras que mucho tiene que ver con lo contemporĆ”neo, con la polĆ­tica y con lo universal. Ante lo ya planteado cabrĆ­a hacerse unas interrogantes tales como; ¿Es el universalismo polĆ­tico una lógica actual o ha existido desde tiempos anteriores a este? ¿De quĆ© forma se presenta el universalismo polĆ­tico en la actualidad?

  PudiĆ©ramos comenzar por comprender mejor el concepto de Universalismo. Para el estadounidense Immanuel Wallerstein el universalismo tiene algunas nociones bĆ”sicas y principales de las cuales se puede partir; pero lo trataremos segĆŗn este principio donde se conoce por Universalismo; aquellas polĆ­ticas llevadas a cabo por algunos paĆ­ses europeos en defensa de los derechos humanos y la democracia. Entonces el universalismo polĆ­tico serĆ­a la imposición de ideologĆ­as y prĆ”cticas económicas y polĆ­ticas por parte de naciones paneuropeas para “garantizar” en otras el respeto de los derechos humanos y la democracia occidental. Desde este punto de vista, ¿las naciones no europeas verĆ”n con los mismos ojos el universalismo polĆ­tico? Pues parece que no; o al menos - por dignidad - no deberĆ­an.

  Para Wallerstein el universalismo polĆ­tico a lo europeo no es algo nuevo; desde Ć©pocas de los imperios grecorromanos se practicaba; asĆ­ pues, se responde la primera de las dos interrogantes que surgieron anteriormente. Para la segunda interrogante; se aplica el universalismo polĆ­tico dependiendo del contexto histórico y del modus operandi de la potencia imperial de turno. El autor neoyorquino hace Ć©nfasis sobretodo en el caso colonial americano, en lo que conocemos como los tiempos de conquista y colonización hispana en suelos americanos (Finales del Siglo XV al Siglo XIX). El caso de la colonización por parte de europeos a suelo amerindio es muy particular; Wallerstein trata el caso con mucho cuidado cuando se analiza los acontecimientos históricos en el proceso de colonización a AmĆ©rica como lo fueron la imposición de la religión católica y del modo económico imperante en el viejo continente como lo eran la esclavitud, la encomienda, el Estado monĆ”rquico, etc. 

  Por los actos cometidos por el Imperio EspaƱol florecieron ideales contrarios u opuestos a la doctrina aplicada a las poblaciones de las Indias occidentales durante la ocupación hispana; uno de los primeros fue paradójicamente, el fray BartolomĆ© de Las Casas, un católico espaƱol que vino al continente a cumplir el “deber divino” de evangelizar y convertir a nativos americanos a la fe cristiana, luego de observar con asombro y decepción los actos mĆ”s atroces cometidos por los conquistadores o los evangelizadores a los nativos el fray parece entrar en razón y comienza a juzgar y describir las injusticias; evidentemente a la corona espaƱola no le parecĆ­a favorable las denuncias que realizó el fray de Las Casas y esto produjo una disputa entre el fray opositor a las polĆ­ticas de la lógica del universalismo europeo y uno que justificaba segĆŗn doctrinas filosóficas y teológicas a las prĆ”cticas de imposición a las fuerzas de la religión cristiana. Ɖste fue otro cristiano espaƱol llamado Juan GinĆ©s de SepĆŗlveda.

  Entre el que defendĆ­a a ultranza la imposición de la religión entre otras cosas (SepĆŗlveda) y el que se oponĆ­a a ello (BartolomĆ© de Las Casas) surgió un debate sobre la injerencia a la sociedad originaria americana. El historiador Eric Hobsbawm realizó estudios sobre el asunto de la injerencia para lograr una homologación de la cultura que se impone desde Ć©lites mundiales a otras sociedades consideradas por las mismas Ć©lites como subdesarrolladas, bĆ”rbaras, paganas, entre otros tĆ©rminos peyorativos y muchas veces contrarios a la realidad. BartolomĆ© de Las Casas en el juicio efectuado en Valladolid durante el aƱo 1.550 expresaba que la barbarie o los pueblos mal llamados bĆ”rbaros no debĆ­an ser vĆ­ctimas de las prĆ”cticas de los conquistadores hispanos por mĆ”s que Ć©stos considerasen bĆ”rbaros a los americanos. Pero; en todo caso, ¿QuĆ© consideraban los espaƱoles de los Siglos XV al XIX como pueblos bĆ”rbaros y quĆ© consideran hoy dĆ­a algunos europeos y estadounidenses como subdesarrollados? ¿SerĆ” lo distinto a ellos, lo incomprendido para ellos, lo incómodo para ellos o todas las anteriores? Parece ser que, la respuesta correcta son todas las mencionadas. Recordemos que a comienzos del Siglo V los romanos llamaban bĆ”rbaros a los alemanes; entre otros, por ejemplo. 

  En el Sistema-Mundo actual aĆŗn existen claras y evidentes relaciones desiguales de poder entre paĆ­ses mĆ”s poderosos en lo económico, cultural, industrial y militar y los que presentan menos recursos en estos aspectos. Los primeros son considerados como los desarrollados que imponen su hegemonĆ­a al resto de naciones, el modo de aplicarlo no es el mismo que empleaba la corona espaƱola en siglos pasados, pero los mĆ©todos los han perfeccionado gracias a los avances tecnológicos de estos tiempos recordando que; tambiĆ©n se utiliza la transculturización y la ideologĆ­a imponiĆ©ndola para que asĆ­ sea mĆ”s efectivo el trabajo injerencista. Cuando se asume como normal una o pocas ideologĆ­as, formas de vida, religión, modelo económico o forma de practicar la polĆ­tica se considera de este modo como Globalización, Ć©ste fenómeno incluso se observa y se aplica como muy normal; esto tiende a preocupar ya que la globalización disipa las particularidades con las que cuentan las sociedades y las formas de vida tradicionales en algĆŗn u otro paĆ­s y pudieran perder pertinencia al pasar los aƱos. 

  Hobsbawm aseguraba que la globalización  para el Siglo XXI completarĆ­a una homologación en algunos campos como la economĆ­a; pero que los estilos de vida tradicionales se mantendrĆ­an. Se mantendrĆ­an, claro, hasta ciertos niveles. La televisión y el Internet han sido armas mucho mĆ”s Ćŗtiles que las armas de fuego o energĆ­a nuclear para dominar desde lo ideológico a sociedades que son consumidoras de lo que producen las naciones imperialistas. No sólo los paĆ­ses del hemisferio sur son consumidores de lo que tecnológicamente les ofrecen los “desarrollados”, sino que tambiĆ©n son consumidores de ideologĆ­as. 

   Tal homologación cultural es evidente si revisamos desde la dĆ©cada de los aƱos 1960 ó 1970 hasta nuestros dĆ­as, tanto que nos hace reflexionar y cuestionar si se habla de una globalización realmente o de una "americanización"; surge el planteamiento ya que si fuese una globalización verĆ­amos distintas influencias no occidentales y hasta tradicionales en el mundo; pero NO, lo que se observa es; y cada vez mĆ”s, el mismo patrón de conducta y consumo que el que muestran los estadounidenses y sus marcas, por eso se plantea la "americanización" (haciendo Ć©nfasis sólo en una nación, entendiendo por si las dudas, que acĆ” se habla de AmĆ©rica como todas las naciones que integran el gran y hermoso continente que aun no ha sido descubierto)

  PudiĆ©ramos afirmar que todo este fenómeno de la transculturización que se genera gracias a la globalización desde hace siglos atrĆ”s donde existe una tendencia a que aĆŗn hay focos a escalas geogrĆ”ficas como la regional y local donde se resisten al bombardeo ideológico que representa la globalización hoy dĆ­a, parece que esto no aplica en todos los sentidos ni en todas las naciones, la resistencia por mantener tradiciones a escalas regionales y locales genera un choque contra la globalización.  Sobre todo esto Eric Hobsbawm manifestó lo siguiente:

“No creo que haya una contradicción. En primer lugar, no veo seƱales convincentes de que se estĆ© produciendo una fuerte reacción de las culturas locales contra la globalización.” (Eric Hobsbawm, Entrevista sobre el Siglo XXI, pĆ”g. 151).
   Si se considera lo afirmado anteriormente por el historiador britĆ”nico Hobsbawm tendrĆ­amos que aceptar el hecho de que existe un choque entre las tradiciones regionales y locales ante la globalización sólo en algunas zonas del mundo y que en otras no aplica por tales procesos históricos y geogrĆ”ficos particulares; pero habrĆ” que considerar tambiĆ©n el hecho de que la globalización o la homologación cultural proviene, como ya se sabe, de paĆ­ses industrializados con un poder tal que puede imponer formas de pensamiento; estos paĆ­ses son las potencias europeas occidentales y Estados Unidos. Ahora bien, el Siglo XX representó el apogeo para los estadounidenses que aparecen en la dinĆ”mica imperial, sobretodo en AmĆ©rica latina y el Caribe.

  En la segunda mitad del Siglo XX (Desde el fin de la II Guerra Mundial y comienzos de la Guerra FrĆ­a) la sĆŗper potencia mundial era la nación de las barras y las estrellas. Son ellos los que dictan el patrón cultural de consumo bajo la lógica neoliberal; hoy en dĆ­a cabrĆ” preguntarse, ¿QuiĆ©n no ha comido alguna vez una hamburguesa hecha en Mc Donald´s, bebido una Coca Cola o usar unos calzados marca Nike? Las franquicias de comida rĆ”pida denominadas Mc Donald´s, las bebidas gaseosas Coca Cola y los calzados marca Nike son todos productos estadounidenses. AsĆ­ como los productos ya mencionados que son de comĆŗn consumo en cualquier zona del planeta; existen tambiĆ©n muchos otros productos de origen estadounidense que se consume en todas partes y algunos de ellos se consumen mĆ”s en otro paĆ­s que en el mismo Estados Unidos, es paradójico, pero de esto se trata la globalización en el Siglo XXI. Por ejemplo, desde la segunda mitad del Siglo XX las obras cinematogrĆ”ficas, de mĆŗsica, de la televisión, de los deportes, entre otros relacionados con la cultura pop tienen como epicentro a los Estados Unidos, desde aquella nación se impone lo que se escucha, se ve o hasta se cree.

  Hollywood, la empresa mĆ”s grande de cine a nivel mundial es una mĆ”quina de alienación por excelencia; aunque en India se producen mĆ”s pelĆ­culas anuales, allĆ” mismo se proyectan las pelĆ­culas norteamericanas. Por eso se le considera (asĆ­ como la Nike o Coca Cola) como una transnacional. Lo mismo se puede decir del fĆŗtbol europeo donde las principales ligas de las naciones europeas tienen figuras de cualquier rincón del mundo, destacando las sudamericanas; como dirĆ­a el uruguayo Eduardo Galeano, que se llevarĆ”n de LatinoamĆ©rica hasta a los masajistas para Europa. Este fenómeno no era asĆ­ hace 50 aƱos atrĆ”s, pero ya es muy comĆŗn que un futbolista nacido en CamerĆŗn juegue en el Reino Unido pero represente a la selección de Francia; esto es, la globalización del Siglo XXI en pleno.

“No hay nada que explique mejor la globalización que la evolución del fĆŗtbol en los Ćŗltimos diez aƱos”. (Eric Hobsbawm, Entrevista sobre el Siglo XXI, pĆ”g. 149).

  No obstante; se sabe que la globalización es un fenómeno nada nuevo, que si bien es cierto es ayudada por medios tecnológicos o audiovisuales, Ć©sta tenĆ­a otros mĆ©todos de aplicarse en otros tiempos. Que desde la llegada de los primeros colonizadores al continente americano hasta hoy dĆ­a, la globalización ha intercomunicado y hecho posible procesos de reconocimiento de la especia humana asĆ­ como un acercamiento de las culturas. TambiĆ©n se sabe que la globalización cuando trasgrede a las creencias tradicionales o milenarias atenta con la identidad de una sociedad y esto ha ocurrido muchas veces; ni hay que verse con buenos ojos el hecho de consumir alimentos de una sola empresa transnacional o usar ropa de pocas y exclusivas marcas, el consumismo ha ayudado a la transculturización en estos Ćŗltimos tiempos o puede verse tambiĆ©n que es la transculturización la que ha implantado el consumismo en algunas sociedades que carecĆ­an de la cultura del consumismo y el despilfarro.

  El idioma serĆ­a una barrera natural para la profundización de la globalización, el idioma aĆŗn se mantiene en muchos de sus espacios originarios y existe una resistencia para mantenerlos aunque el inglĆ©s (sobretodo el inglĆ©s con acento estadounidense) se impone en el mundo y presenta una gran hegemonĆ­a; siguen representando los idiomas una fuerte resistencia. QuizĆ”s la torre de Babel se termine de construir y tal foco de resistencia que es el idioma y el lenguaje deje de otorgar resistencia algĆŗn dĆ­a. Tampoco olvidemos las tantas lenguas que mataron y ya no existen en nuestro continente, con las lenguas, se fueron las personas, las almas; las mataron en su totalidad. Entonces, la globalización en el Siglo XXI parece ser mĆ”s la causa de los conflictos internacionales que la solución a Ć©stos, mientras existan potencias hegemónicas que impongan o pretendan imponer estilos de vida, habrĆ” una resistencia y una respuesta. La globalización y el universalismo polĆ­tico deberĆ­an replantearse en este siglo para el devenir de la humanidad. 
REFERENCIAS:

-          Eric Hobsbawm (2.000). Entrevista sobre el Siglo XXI.



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